lunes, 10 de mayo de 2010

Mayo 8, 2010.
¿Arde? No, no arde. Pica. Definitivamente pica, lejos de una huella rojiza y punzante. Una nueva marca y esta vez, no duele. Esta vez no pretendo nada y no espero nada. No quiero nada en mis manos, solo un gualicho de olvidar apretado entre ellas. Fuerte, bien fuerte para que no pueda librarse de mí fácilmente. Tiempo al tiempo. Creer en la maldita ley que te acerca todo aquello que anhelaste de manera febril en un pasado fresco, justo ahora que la sangre no palpita en tus sienes de impaciencia.
Ahora es cuando podes sentir que no es imposible sobrevivir veinticuatro horas más.

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